Entre colegio y colegio recorrimos calles y barrios, y fui descubriendo secretos de esta bella ciudad.
Con cada grupo de chicos y profesores fui reafirmando lo más sagrado de la escritura: el encuentro con el otro. Descubrí en la mirada de los niños y niñas, en las palabras, en los gestos, la emoción que un personaje dejó, la comunicación profunda que sembró una historia.
Me emocioné cantando el himno de ambos países a miles de kilómetros de mi casa. Me regalaron flores, recuerdos y abrazos, palabras dulces, miradas que atravesaron mi alma.
¡Muchas gracias a todos!
Unidad Educativa María Magdalena